martes, 29 de diciembre de 2015







INTRODUCCIÓN

En el ámbito del ejercicio de la administración pública además de la relevancia de manejar nociones elementales en torno a la teoría organizativa, las finanzas públicas, el gobierno y las políticas públicas y teoría del Estado (fundamentalmente, priorizando el área de diseño institucional) es imperativo dominar los tópicos de mayor utilidad en el plano jurídico-constitucional y legal para así aproximarnos al universo de derechos, deberes y obligaciones que deben ponerse de manifiesto en cada una de las fases y espacios constitutivos de la función pública y sus implicancias. 

miércoles, 16 de diciembre de 2015



Breve entrevista que me hizo el gran amigo y periodista Andrés Segovia Moreno (ULA-NURR) en torno al posible escenario político que, prospectivamente, se avizora para el año 2016, con motivo a la victoria obtenida por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de las dos terceras partes de la Asamblea Nacional.

sábado, 12 de diciembre de 2015




(Fotografía de la Iglesia "San Juan Bautista" de la ciudad de Valera, estado Trujillo) 

Rohmer Samuel Rivera Moreno
            De antemano, resulta valioso y fundamental conceptualizar al desarrollo local como un proceso que implica prácticas institucionales participativas que, sustentadas en las fortalezas, limitaciones y oportunidades de un determinado territorio (en función de unos recursos naturales, socioculturales, económicos, tecnológicos y demás), está orientado al mejoramiento sustancial y significativo de las condiciones cualitativas de vida de los actores sociales, puesta diáfanamente de relieve en la posibilidad de adquirir mayores ingresos económicos y recursos valiosos que contribuyan a que cada individuo, en tanto agente social, se desarrolle y afiance plenamente como un ser actuante y pensante con capacidad de transformación de su entorno social circundante.

            Es decir, implica en sí un constructo o una categoría sustentada en la multidimensionalidad, la complejidad y la integralidad de un fenómeno y un proceso sociales que se condensan en un cúmulo de relaciones intersubjetivas enfáticas en la ampliación de un abanico de “condiciones vitales” (Dahrendorf, 1983), en términos de sustentabilidad/sostenibilidad, libertad y equidad.

            Por tal motivo, es pertinente abordar la categoría de desarrollo despojándola de su matiz economicista (centrada exclusivamente en indicadores asociados al crecimiento económico: tasa de producto interno bruto, la renta per cápita y el ingreso nacional) y, naturalmente, poniendo hincapié en todos aquellos aspectos y rasgos simbólico-socioculturales que ejercen influjo en los niveles de calidad de vida de los actores sociales que se hallan inmersos en un determinado territorio. Tal afirmación se deriva de las concepciones emergentes que dilucidan a los procesos de desarrollo como una conjunción de elementos económicos, ecológicos, políticos y culturales interdependientes e interrelacionados cuya ratio versa en la satisfacción de las necesidades elementales de las presentes generaciones sin perjudicar la posibilidad de satisfacer, efectivamente, las necesidades tanto individuales como colectivas de las generaciones futuras (desarrollo humano sustentable).


viernes, 4 de diciembre de 2015




Rohmer Samuel Rivera Moreno 

A manera de exordio es menester y pertinente sostener que la ciencia política actual debe basarse y fundamentarse sobremanera en investigaciones de carácter empírico provenientes de la psicología política, la sociología electoral y los estudios de opinión pública, para así determinar y comprender con rigurosidad el conjunto de cambios que, incesante e inacabadamente, experimenta la cultura política venezolana en cuanto a los valores (como elemento axiológico) que definen, caracterizan y condicionan las inclinaciones o preferencias políticas de los distintos estratos socioeconómicos, sobre todo las concernientes a los sectores populares, en los procesos electorales.

En este sentido, el abordaje y análisis sistemático y exhaustivo, bajo parámetros politológicos y psico-sociológicos, en torno al conjunto de concepciones, valoraciones y modos de asumir la política y lo político por parte de los ciudadanos, en base a la posición económica que éstos ocupan en la estructura social, constituye un aporte valiosísimo y fructífero para comprender y dilucidar con mayor exhaustividad las relaciones, fenómenos y procesos político-electorales que puedan suscitarse en un espacio y tiempo determinados (ya sea nacional, local o regional).

Debido a la coyuntura política venezolana actual, en la cual frecuentan los procesos electorales (como modo de legitimación del liderazgo mesiánico popular acentuado por Hugo Chávez, en términos del profesor Ramos Jiménez, 2009) es perentorio conocer y precisar -por denotarlo de algún modo- cuáles son los valores y los principios con que se sienten identificados los estratos socioeconómicos más preponderantes en la sociedad venezolana, al momento de respaldar a ciertas candidaturas u opciones políticas con posibilidades reales de triunfo en el país –fundamentalmente, definidas por el chavismo (“Gran Polo Patriótico”) y la “Mesa de la Unidad Democrática” (MUD)-.

jueves, 3 de diciembre de 2015



Rohmer Samuel Rivera Moreno
Es oportuno asumir y destacar de antemano que los diversos procesos, dinámicas y fenómenos de carácter e implicaciones geopolíticas en el mundo actual no han sido configurados unilateralmente por el Estado como estructura/realidad política –aún cuando éste en el ámbito de las relaciones internacionales siga  jugando un papel preponderante en tanto principal actor- sino que en estos, también han incidido significativamente una multiplicidad de actores que han emergido progresivamente en el escenario internacional contemporáneo (p.ej: ONG`s, empresas multi y transnacionales, bloques geoeconómicos, etc.) cuya peculiaridad estriba en su elevada capacidad de ejercer cierto influjo en la toma de decisiones y el establecimiento de la agenda global, tal como lo señala el enfoque de la interdependencia de Joseph Nye y Robert Keohane (Padilla, 1992). 
Por tal motivo, cabe señalar que los antiguos parámetros y criterios empleados para dilucidar los diversos aspectos del Estado-nación actualmente se conciben desfasados y anacrónicos para abordar una problemática que se ha caracterizado por presentar un dinamismo cada vez más vertiginoso, dado los numerosos avances científico-tecnológicos, e influenciado por el fenómeno/proceso de globalización en sus diversas facetas, que específicamente remite ineludiblemente a la crisis del Estado nacional y que, debido al desdibujamiento entre la política interna y la política externa, provoca el cuestionamiento del concepto de soberanía que ciertamente reducía la función del Estado al control pleno y total de su extensión territorial (autodeterminación interna). Respecto a ello, es menester destacar que tal pretensión es errática en el sentido que la lógica globalizadora (en cualquiera de sus manifestaciones) se define en función de la emergencia de un “mundo sin fronteras” (Levy Carciente et al, 2000; Andara, 1998).  



Rohmer Samuel Rivera Moreno

Los múltiples cambios en los cuales se ha visto inmerso el mundo contemporáneo, sobre todo, en el ámbito de la política internacional y las relaciones internacionales han puesto de relieve que los viejos esquemas tradicionalistas de la disciplina de las Relaciones Internacionales se muestran cada vez más insuficientes e inidóneos para abordar los nuevos procesos, problemas y estructuras que definen tanto a la Sociedad Internacional como al Sistema Internacional del presente, los cuales empezaron a gestarse a partir de la década de los 70 del siglo XX como resultado de los efectos de la globalización económica-financiera y de las telecomunicaciones, así como también, por la emergencia de nuevos actores en el escenario internacional[1].

En sí, dicha emergencia de nuevos actores internacionales está intrínsecamente vinculada con la incorporación de nuevos temas y problemas en el escenario internacional[2], que han sido meritorios de negociaciones y acuerdos a través de bloques geopolíticos y geoeconómicos entre los Estados y demás actores, con el objeto de disminuir en cierta medida la importancia de lo militar -aún predominante, especialmente, en las principales potencias mundiales- como medio para alcanzar los fines relativos al interés de los Estados, influenciados por un contexto en el que prevalecía un sistema bipolar flexible[3] resultante de la distensión de la “Guerra Fría”.

Aunado a ello, en la década de los 70 se pone de manifiesto cierto declive de la hegemonía estadounidense en el Sistema Internacional[4], generando un notorio auge de los planteamientos neoliberales cuyo objetivo versaba en la consolidación del sistema capitalista global mediante la revalorización de instituciones del Sistema Bretton-Woods (que estaban sumidas en una situación de crisis), como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que grosso modo representó y constituyó un plan de EEUU para ampliar sus fronteras económicas a escala planetaria, inclusive valiéndose de la instauración de regímenes dictatoriales en regiones específicas[5]. Por tal motivo, la Teoría de la Interdependencia Compleja de Keohane y Nye surge como una postura globalista[6] y apologista -si se quiere- a los planteamientos neoliberales en el campo de la política internacional, respaldando los mecanismos de “libremercado” y “Estado mínimo” como garantes necesarios para el desarrollo socioeconómico de las naciones, conjuntamente bajo la influencia de otros aspectos como la ausencia de jerarquía en los temas de la agenda, la ausencia de predominio de los asuntos de carácter militar y el fuerte influjo ejercido por actores no estatales (transnacionales) en las decisiones políticas tomadas por los Estados[7].

Por otra parte, la Teoría Neo-realista de Waltz plantea readaptar los esquemas estadocéntricos del enfoque realista con las nuevas realidades manifiestas como consecuencia de la distensión de la “Guerra Fría” a través de los procesos de diálogo, cooperación y negociación que sostuvieron los EEUU y la URSS para atenuar la intensidad de sus enfrentamientos, que en los 60 alcanzaron su punto más álgido, poniéndose patente así que dichos procesos son la solución más viable a los conflictos internacionales. Como referentes históricos fundamentales pueden destacarse: la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (1973-1975), la incorporación de China como miembro pleno de las Naciones Unidas y el Sistema Internacional (1971), la Conferencia de París para la paz en Vietnam (1973) y los procesos de control de armamento nuclear mediante los tratados SALT I y SALT II (1972-1979)  con los que se expresó la política detente de EEUU con la URSS, propuesta por Henry Kissinger.   

Finalmente, el surgimiento de la Teoría de la Dependencia se debe a la necesidad de enfatizar en las peculiaridades socioeconómicas y culturales de los países subdesarrollados, especialmente los latinoamericanos, en el sistema capitalista global como contraposición a las tesis y políticas neoliberales avaladas por los EEUU para revertir la situación de aparente declive que éste mostraba en el Sistema Internacional y afianzar su hegemonía económico-política mundial. Por esto, los teóricos de la dependencia plantearon la inviabilidad de los países del Tercer Mundo en alcanzar un desarrollo pleno mientras siga imperando un modo de producción ampliamente desigual como el capitalista, en el que los países de la Periferia debían seguir la lógica de productores de materias primas explotables  por los países del Centro sin ninguna estructura industrial sólida.


NOTAS:
[1] A pesar de manifestarse tal tendencia, el Estado siguió prevaleciendo como el principal actor internacional, algo que no negarán u objetarán los nuevos esquemas de las Relaciones Internacionales Contemporáneas. Destáquese el surgimiento del “tercer debate” o “debate interparadigmático” (neorrealismo/neoliberalismo/estructuralismo marxista) en la década de los 70 como producto “de la distensión, la crisis del sistema de Bretton-Woods, la crisis del petróleo y el aparente declive de la hegemonía estadounidense en el sistema internacional”. Mónica Salomón González.  La teoría de las Relaciones Internacionales en los albores del siglo XXI: diálogo, disidencia, aproximaciones. Revista Cidob D'Afers Internacionals, 56, diciembre 2001-enero 2002. p.4.
[2] Entre los problemas que empezaron a repercutir en la agenda política en el escenario internacional se destacan: la polución ambiental, el cambio climático, el pauperismo social, la explosión demográfica, la democratización, la garantía de los DDHH, la hambruna y las crisis alimentarias, el armamentismo, entre otros.
[3] De acuerdo con Kaplan, lo  que caracterizó a este sistema internacional sui generis fue “la existencia de bloques dirigidos estos por un actor nacional así como por la existencia de actores nacionales no integrados en los bloques (los “no alineados”) y por la presencia de un actor supranacional universal que trata de jugar un papel atenuador (Naciones Unidas)”. Luis Alberto Padilla. Teoría de las Relaciones Internacionales. La Investigación sobre el Conflicto y la Paz. Guatemala: IRIPAZ, 1992. p.142.
[4] Un claro y oportuno hecho que propició tal tendencia decadente-por denotarlo de algún modo- fue  la derrota de EEUU en la guerra de Vietnam. Asimismo es conveniente destacar la tendencia enervante experimentada por las principales potencias europeas tras los procesos de descolonización en el África.
[5] En América Latina, el referente histórico más emblemático se presentó en Chile en 1973 con el derrocamiento del gobierno socialista de Allende, por parte de Pinochet, en el que Milton y Rose Friedman junto los “Chicago Boys” manejaron la economía chilena bajo los preceptos universalistas del neoliberalismo.
[6] Por “globalista”, bajo la perspectiva de la Sociología Crítico-Reflexiva puede definirse a aquella tendencia “según la cual el mercado desaloja o sustituye al quehacer político;  es decir, la ideología del dominio del mercado mundial o (…) del liberalismo (…)”, que, asimismo, implica la reducción del carácter pluridimensional de la globalización a la dimensión económica. Ulrich Beck. ¿Qué es la Globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Barcelona (España): Editorial Paidós, 1998. p. 27
[7] Cfr.  Frederic Pearson y J. M Rochester. Relaciones Internacionales. Situación global en el siglo XXI. Bogotá: Mc Graw Hill, 2000. p. 21-22. También véase Luis Alberto Padilla. Op. Cit., pp. 165-169

¡A leer y a aportar en el proceso de enseñanza-aprendizaje!

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Politólogo oriundo de Valera, estado Trujillo (Venezuela). 28 años. Estudiante de la Maestría en Desarrollo Regional (ULA), la Maestría en Ciencias Políticas (ULA) y el Doctorado en Educación (ULA). He sido profesor de: Metodología I (Derecho); Metodología II (Derecho); Investigación Educativa (Educación); Lectoescritura y Metodología del Estudio (Derecho); y Psicología General (Programa de Profesionalización Docente) en la ULA-NURR. Actualmente ejerzo como docente en el área de Sociología, adscrita al Departamento de Ciencias Sociales en el mencionado Núcleo de la Universidad de Los Andes. En este espacio espero compartir contenidos de relevancia, pertinencia e interés para los usuarios de las diversas plataformas inherentes a la web 2.0. Auguro nuestra interacción resulte gratificante, fructífera y provechosa. En definitiva, si deseas conocerme, entonces conóceme por lo que escribo. Mucho gusto... ¡Bienvenidos!

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