Rohmer
Samuel Rivera Moreno
Los
múltiples cambios en los cuales se ha visto inmerso el mundo contemporáneo,
sobre todo, en el ámbito de la política internacional y las relaciones
internacionales han puesto de relieve que los viejos esquemas tradicionalistas
de la disciplina de las Relaciones Internacionales se muestran cada vez más
insuficientes e inidóneos para abordar los nuevos procesos, problemas y
estructuras que definen tanto a la Sociedad Internacional como al Sistema
Internacional del presente, los cuales empezaron a gestarse a partir de la
década de los 70 del siglo XX como resultado de los efectos de la globalización
económica-financiera y de las telecomunicaciones, así como también, por la
emergencia de nuevos actores en el escenario internacional[1].
En
sí, dicha emergencia de nuevos actores internacionales está intrínsecamente vinculada
con la incorporación de nuevos temas y problemas en el escenario internacional[2], que
han sido meritorios de negociaciones y acuerdos a través de bloques
geopolíticos y geoeconómicos entre los Estados y demás actores, con el objeto
de disminuir en cierta medida la importancia de lo militar -aún predominante,
especialmente, en las principales potencias mundiales- como medio para alcanzar
los fines relativos al interés de los Estados, influenciados por un contexto en
el que prevalecía un sistema bipolar flexible[3] resultante
de la distensión de la “Guerra Fría”.
Aunado
a ello, en la década de los 70 se pone de manifiesto cierto declive de la
hegemonía estadounidense en el Sistema Internacional[4],
generando un notorio auge de los planteamientos neoliberales cuyo objetivo versaba
en la consolidación del sistema capitalista global mediante la revalorización
de instituciones del Sistema Bretton-Woods (que estaban sumidas en una
situación de crisis), como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial,
que grosso modo representó y constituyó un plan de EEUU para ampliar sus
fronteras económicas a escala planetaria, inclusive valiéndose de la
instauración de regímenes dictatoriales en regiones específicas[5]. Por
tal motivo, la Teoría de la Interdependencia Compleja de Keohane y Nye surge
como una postura globalista[6] y
apologista -si se quiere- a los planteamientos neoliberales en el campo de la
política internacional, respaldando los mecanismos de “libremercado” y “Estado
mínimo” como garantes necesarios para el desarrollo socioeconómico de las
naciones, conjuntamente bajo la influencia de otros aspectos como la ausencia
de jerarquía en los temas de la agenda, la ausencia de predominio de los
asuntos de carácter militar y el fuerte influjo ejercido por actores no
estatales (transnacionales) en las decisiones políticas tomadas por los Estados[7].
Por
otra parte, la Teoría Neo-realista de Waltz plantea readaptar los esquemas
estadocéntricos del enfoque realista con las nuevas realidades manifiestas como
consecuencia de la distensión de la “Guerra Fría” a través de los procesos de
diálogo, cooperación y negociación que sostuvieron los EEUU y la URSS para
atenuar la intensidad de sus enfrentamientos, que en los 60 alcanzaron su
punto más álgido, poniéndose patente así que dichos procesos son la solución
más viable a los conflictos internacionales. Como referentes históricos fundamentales
pueden destacarse: la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa
(1973-1975), la incorporación de China como miembro pleno de las Naciones Unidas
y el Sistema Internacional (1971), la Conferencia de París para la paz en
Vietnam (1973) y los procesos de control de armamento nuclear mediante los
tratados SALT I y SALT II (1972-1979) con los que se expresó la política detente de
EEUU con la URSS, propuesta por Henry Kissinger.
Finalmente,
el surgimiento de la Teoría de la Dependencia se debe a la necesidad de enfatizar
en las peculiaridades socioeconómicas y culturales de los países
subdesarrollados, especialmente los latinoamericanos, en el sistema capitalista
global como contraposición a las tesis y políticas neoliberales avaladas por
los EEUU para revertir la situación de aparente declive que éste mostraba en el
Sistema Internacional y afianzar su hegemonía económico-política mundial. Por
esto, los teóricos de la dependencia plantearon la inviabilidad de los países
del Tercer Mundo en alcanzar un desarrollo pleno mientras siga imperando un
modo de producción ampliamente desigual como el capitalista, en el que los
países de la Periferia debían seguir la lógica de productores de materias
primas explotables por los países del
Centro sin ninguna estructura industrial sólida.
[1] A pesar
de manifestarse tal tendencia, el Estado siguió prevaleciendo como el principal
actor internacional, algo que no negarán u objetarán los nuevos esquemas de las
Relaciones Internacionales Contemporáneas. Destáquese el surgimiento del
“tercer debate” o “debate interparadigmático”
(neorrealismo/neoliberalismo/estructuralismo marxista) en la década de los
70 como producto “de la distensión, la crisis del sistema de Bretton-Woods, la
crisis del petróleo y el aparente declive de la hegemonía estadounidense en el
sistema internacional”. Mónica Salomón González. La teoría de las Relaciones Internacionales
en los albores del siglo XXI: diálogo, disidencia, aproximaciones.
Revista Cidob D'Afers
Internacionals, 56, diciembre 2001-enero 2002. p.4.
[2] Entre los problemas que
empezaron a repercutir en la agenda política en el escenario internacional se
destacan: la polución ambiental, el cambio climático, el pauperismo social, la
explosión demográfica, la democratización, la garantía de los DDHH, la hambruna
y las crisis alimentarias, el armamentismo, entre otros.
[3] De acuerdo con Kaplan,
lo que caracterizó a este sistema
internacional sui generis fue “la existencia de bloques dirigidos estos por un
actor nacional así como por la existencia de actores nacionales no integrados
en los bloques (los “no alineados”) y por la presencia de un actor
supranacional universal que trata de jugar un papel atenuador (Naciones
Unidas)”. Luis Alberto Padilla. Teoría de
las Relaciones Internacionales. La Investigación sobre el Conflicto y la Paz.
Guatemala: IRIPAZ, 1992. p.142.
[4] Un claro y oportuno
hecho que propició tal tendencia decadente-por denotarlo de algún modo- fue la derrota de EEUU en la guerra de Vietnam.
Asimismo es conveniente destacar la tendencia enervante experimentada por las
principales potencias europeas tras los procesos de descolonización en el
África.
[5] En América Latina, el
referente histórico más emblemático se presentó en Chile en 1973 con el
derrocamiento del gobierno socialista de Allende, por parte de Pinochet, en el
que Milton y Rose Friedman junto los “Chicago Boys” manejaron la economía
chilena bajo los preceptos universalistas del neoliberalismo.
[6] Por “globalista”, bajo
la perspectiva de la Sociología Crítico-Reflexiva puede definirse a aquella
tendencia “según la cual el mercado desaloja o sustituye al quehacer
político; es decir, la ideología del
dominio del mercado mundial o (…) del liberalismo (…)”, que, asimismo, implica
la reducción del carácter pluridimensional de la globalización a la dimensión
económica. Ulrich Beck. ¿Qué es la
Globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización.
Barcelona (España): Editorial Paidós, 1998. p. 27
[7]
Cfr. Frederic Pearson y J. M Rochester. Relaciones
Internacionales. Situación global en el siglo XXI. Bogotá: Mc Graw Hill, 2000. p.
21-22. También véase Luis Alberto Padilla. Op. Cit., pp. 165-169
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