El Dr. Carl Sagan en su obra "El Mundo y sus Demonios. La
Ciencia como una Luz en la Oscuridad" (2000. Editorial Planeta) incita y promueve a reflexionar en torno al cosmos, la physis y el nomos bajo una perspectiva científica, sistemática y metódica; ello
en aras de confrontar las supercherías y supersticiones derivadas del
discurso pseudocientífico -que ha tendido a rutinizarse y a convertirse
en sentido común-. Huelga destacar que son tales supercherías e inconsistencias las que debemos propalar y desmontar con la finalidad de ir mitigando nuestra inexorable ignorancia.
Lo interesante del enfoque desarrollado por el Dr.
Carl Sagan estriba en que su discurso no es meramente cientificista,
sino que maneja un léxico cabalmente inteligible, recurriendo a fuentes
filosóficas, históricas y literarias sobre las cuales ha de cimentarse el discurso científico. En concordancia con lo expuesto, sus variadas obras ponen de manifiesto la relevancia superlativa del manejo de un lenguaje parsimonioso con respecto a la práctica científica, habida cuenta de que lo que se pretende es arraigar tal episteme en gran parte de las mentalidades y representaciones colectivas -en términos durkheimianos-.
De manera que para todos aquellos cientificistas "puros y duros" con ingenuas inclinaciones positivistas extremistas, la obra de divulgación científica del Dr. Sagan demuestra la fatuidad y la vacuidad del discurso formalista-positivizante de las ciencias; ergo, es menester asumamos la imperante necesidad de que la ciencia se nutra cada vez más de la hermenéutica, consistente en las interpretaciones en torno a los procesos de textualización, en función de una contextualidad, que compagina ineludiblemente racionalizaciones y valorizaciones acerca del mundo social con un diáfano trasfondo prelógico, pre-conceptual y experiencial-vivencial de los sujetos (matriz epistémica).
Por ello, el empeño del Dr. Sagan gira en torno a que debemos ser capaces de valernos de nuestro propio entendiemiento; lo que el filósofo alemán Immanuel Kant categorizó como Ilustración y, a su vez, recalcó como "Sapere aude!", en pos de liberarnos de todas aquellas fuerzas demoniacas que pretenden subyugarnos por medio de la máxima ignorancia posible y, por ende, mantenernos como borregos que no cuestionemos prácticamente nada en torno a lo existente; lo cual implica que debemos desfamiliarizar lo familiar en torno al mundo, cuya persistencia en lo real concreto y lo real- imaginario está supeditada a los intereses de unas determinadas fuerzas demoniacas -permítaseme la metáfora-.
De acuerdo con esta tónica discursiva, las ciencias constituyen una luminaria en virtud de la cual es posible guiar, crítico-reflexivamente, nuestras vidas en el marco de la cotidianidad, que conforman tanto nuestro mundo primordial como el mundo de la vida en el que generamos representaciones, significaciones, resignificaciones y sentidos en torno a lo humano y lo social.
Siendo esto así, desde una perspectiva sociológico-crítica, la práctica científica ha de propender hacia una praxis subversiva; es decir, como una forma de
resistencia ante los designios de las élites del poder, las estructuras
de dominación societal y el ejercicio del poder propiamente dicho, con el propósito de coadyuvar con la concatenación ético-estético-política, por parte de los individuos, que tienda al cuidado, el conocimiento y la búsqueda de sí, mediada por una red de relaciones intersubjetivas, donde lo neurálgico se gesta desde y a partir de la alteridad: el reconocimiento del otro.
Podemos considerar, indubitablemente, a Carl Sagan como uno de los principales referentes del oficio de educador y todo lo que esto implica, debido a que pone patente que su propósito se orienta a la formación del sujeto a partir de la complejidad y la transdisciplinariedad consustanciales tanto del mundo físico-natural como del -aún más dificultoso de abordar- mundo social (definido como semiosis), para así interpretar, explicar, comprender y, en la medida de sus posibilidades, transformar el entorno y el contexto socio-históricos en el que éste se halla inserto.
Intelectuales como el Dr. Carl Sagan son
los que llevan a interesarte más no solo por el Cosmos, sino por el
oficio de educar. Todo esto te lleva a asumir, de acuerdo con el título
de un conversatorio entre el Dr. Neil deGrasse Tyson (discípulo de Carl
Sagan) y el Dr. Richard Dawkins, a la ciencia como una poesía de la
realidad.
P.D: Es interesante el dominio de
fuentes literarias del Dr. Sagan (como los relatos y la poesía) para
elucidar problemas de tal complejidad como los inherentes a la Física
Cuántica y a la Astrofísica. Y ello lo logra magistralmente sin ser un
especialista en Literatura... ¡Mis respetos!
Seamos más como Carl Sagan y menos como... Bueno. Eso se los dejo a ustedes, mis estimados lectores.
¡Carl Sagan vive, la reflexión en torno a las ciencias sigue!
Mil gracias...
Escrito ampliado y corregido de lo publicado en mi Instagram (@rohmerrivera) el 26/12/2016: https://www.instagram.com/p/BOgPxBDDzUT/?taken-by=rohmerrivera
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