Algo que
todo politólogo debe asumir en el ejercicio genuino de su oficio es que la
política -en tanto manifestación de acción social, en términos weberianos- se
define sobre la base de la ubicuidad,
que en sí repercute en los demás ámbitos de la vida social (lo económico, lo
cultural, lo jurídico, incluyendo lo psíquico).
Por lo
tanto, las prácticas, las dinámicas y las interacciones sociales ponen de
manifiesto los rasgos, las condiciones y los condicionantes definidos desde las
estructuras de dominación por medio de la estructuración de los discursos de
poder (Foucault), por parte de un entramado institucional que está bajo el
dominio de unas élites (Wright Mills, Cf. Neomaquiavelianismo: Elitismo
sociológico de Pareto, Mosca y Michels).