Dar
cuenta en torno al concepto de sociedad en sí resulta un problema de relativa
complejidad en el marco de los procesos de construcción teórico-sociológica,
puesto que tal categoría constituye un fenómeno cuya definición puede
concebirse esquiva y controversial –típico en las categorías y constructos de
las ciencias sociales-.
Pese a que prima facie se pone de relieve cierta convención en relación con lo
que implica la sociedad y cuáles serían sus facetas más idóneas en términos de
idealización y reflexión filosófico-política, ésta puede entenderse, simple y
lisamente, como una cotidianidad que comprende un cúmulo de interacciones y
relaciones intersubjetivas, a partir de unas determinadas circunstancialidades
enunciativas, sobre la base de unos valores, unos intereses y unas ideas que se
caracterizan por divergir o discrepar entre sí.